Los cambios del verano.
- pepetravesi
- 22 jul 2014
- 2 Min. de lectura
El verano es una buena oportunidad para hacer cambios.
Los niños han terminado el curso y ya no tienen la presión de los exámenes ni de los resultados, lo hecho, ¡Hecho está!
Los padres tienen vacaciones y se liberan también de la presión y tensión de las rutinas diarias.
Los miembros de la familia pueden pasar más tiempo juntos.
El verano rompe los ritmos de todo el curso y esto favorece nuevos espacios para generar hábitos distintos en la relación de padres e hijos.
Seguir haciendo lo mismo que se ha hecho durante el curso seguirá provocando los mismos resultados que se han obtenido durante el curso.
El verano es un buen momento para cambiar actitudes que favorezcan, cuando empiece el nuevo curso, cambios de actitud en los estudiantes.

Unas preguntas que pueden ser guía son:
¿Cómo quiero que sea la situación en el nuevo curso?
¿Qué puedo hacer yo para generar ese cambio?
¿Qué tengo que cambiar de mi para generar ese cambio?
Los adultos somos los primeros que debemos cambiar y con nuestro ejemplo generar cambios en los niños y adolescentes. El aprendizaje es inevitable en los niños, en los seres humanos de hecho, así que si nuestro cerebro no puede evitar aprender ¿Qué queremos que aprenda? Es una interesante pregunta sobre la que pensar.
Los niños imitan conductas de los adultos y el aprendizaje se lleva a cabo cuando al realizar unas u otras acciones obtienen lo que quieren o lo que no quieren, por lo tanto, los niños aprenden por imitación de los comportamientos de sus modelos, padres, profesores, familiares.
De esta manera, si queremos que un niño aprenda este u otro comportamiento es, en primer lugar el adulto el que debe predicar con el ejemplo. ¿Cómo queremos que los estudiantes se pasen horas delante de los libros si los adultos somos incapaces de coger un libro?

Generar nuevos hábitos posibilitadores es más fácil en los estudiantes ya que están abiertos al aprendizaje, su cerebro está en crecimiento y se están desarrollando nuevas conexiones neuronales. Los adultos nos creemos (en muchos casos) en posesión de la verdad y somos poco proclives a la autocrítica, nos apegamos a nuestras creencias, por por lo que el esfuerzo que hemos de hacer es mucho mayor.
Los adultos tenemos la errónea creencia, convertida en costumbre, de querer que cambien los otros en general y los jóvenes en particular, sin antes producir algún cambio en nosotros.
Si no cambiamos nosotros mismos, no esperemos ver cambios en los demás. “Se el cambio que quieres ver en el mundo” sea la frase de quien sea.
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