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Vivimos en mundos interpretativos

Vivimos en mundos interpretativos.

Esta es una de las más importantes declaraciones en las que se basa el Coaching Ontológico.

Qué quiere decir esto.

¿Han dicho alguna vez el refrán “Para gustos los colores”?

¿Han oído la expresión “todo es según el color del cristal con que se mira”?

Proviene de un poema de Ramón de Campoamor:

En este mundo traidor

nada es verdad ni mentira:

todo es según el color

del cristal con que se mira.


Son claros ejemplos del día a día que expresan coloquialmente que cada persona vive la vida según la interpreta.

¿Quién puede negar esto?


Si ser consciente de esto es importante en todas las áreas de nuestra vida para abrir nuestro mundo a un número mayor de posibilidades, más lo es en la relación de los padres con sus hijos adolescentes. El color del cristal con el que cada uno mira el mundo viene dado por las experiencias, los aprendizajes y las creencias que de ellas se derivan y que vamos incorporando en nuestras vidas.


El cerebro cambia a lo largo de toda nuestra vida aunque la mayor cantidad de materia gris se tiene en adolescencia temprana, 10, 11 años en las niñas y 13, 14 en los niños. En ese momento se produce un cambio importantísimo sobre todo en el área prefontal, que consiste en la pérdida de conexiones que no se han utilizado lo suficiente y el refuerzo de las que sí se han utilizado.


Según numerosos estudios, entre ellos los de la doctora Sarah-Jayne Blakemore del Institute of Cognitive Neuroscience de la University College London confirman que la corteza prefontal del cerebro de los adolescentes no está desarrollada por completo. A esta parte del cerebro se le atribuyen capacidades en la toma de decisiones, la planificación, la interacción social, la inhibición de comportamiento inadecuado y en la autoconsciencia.


De todo lo anterior podemos comprender el comportamiento de los adolescentes, ya que viven un momento de su vida donde la biología es realmente poderosa. Tienen un impulso para ser independientes de los padres e impresionar a sus otros amigos adolescentes, así como la distinta percepción de lo que es peligroso y lo que no lo es.


Es muy importante que los padres sean conscientes de que este proceso es inevitable y que sus hijos adolescentes no “están en contra” de ellos por molestar, sino que interpretan el mundo de distinta forma en la que lo hacemos los adultos. Del mismo modo, los hijos adolescentes han de encontrar la manera de entender que los padres no son “el enemigo”, sino que tratan, con los medios que tienen a su alcance, de hacerles felices.


Una de las herramientas que cada vez está al alcance de todos, es el Coaching. Mi experiencia como coach me ha confirmado que ayuda a conseguir en los padres ese nivel de consciencia, compresión y aceptación del mundo de los hijos, y viceversa. A través del diálogo, el coach promueve un cambio en los puntos de vista de los padres y de los hijos adolescentes y por tanto, un abanico mayor de opciones a la hora de encontrar soluciones.

 Pepe Travesí Sanz

Conoce mi historia.

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